jueves, 6 de marzo de 2014

Diego Boris: “Los músicos, por nuestros sueños y nuestros ideales, somos capaces de ir hasta el fin del mundo”


Diego Boris, músico independiente y titular del flamante Instituto Nacional de la Música, durante un recital que realizaron en la Antártida Argentina para promover la Ley de la Música.
Estos son tiempos en que la música adquiere un estatus de cultura y el arte no puede estar solamente sujeto a la lógica de mercado, tiene que haber un organismo de fomento que pueda hacer visible los anticuerpos musicales que genera una sociedad, que muchas veces no están cerca de lo que son los centros urbanos sino que hay que ir a buscarlos.

-Desde que hicieron el recital en la Antártida parece que las cosas también se encaminaron para que finalmente cuenten con la Ley de la Música, ¿no?
Diego Boris: Sí, esa fue una movida que tenía que ver con la soberanía cultural, con hacernos visibles por la ley de la música y también para demostrar que los músicos, por nuestros sueños, por nuestros ideales, somos capaces de ir hasta el fin del mundo. Dio resultado, tanto es así que ahora tocó Metallica en la Antártida, y para nosotros ahora es un orgullo que ahora se ponga como antecedente que La Tolva y Omar Garayalde tocaron en la Antártida.
-¿Y cómo fue ir a la Antártida?
D.G.: Y, es como ir a otro planeta: no existe el dinero –vos no podés gastar nada porque no hay ni un quiosco-, es un lugar donde hay otro tipo de relaciones y también es sentir que La Antártida es Argentina. Muchos de los recursos naturales que tiene la humanidad están ahí y está muy bueno haber podido llegar con la música y, al mismo tiempo, avanzar en un concepto de soberanía cultural tocando en los lugares más recónditos, porque es nuestro territorio.
-Supongo que les debe producir mucha alegría tanto la sanción de la Ley de la Música como la consolidación de la Ley de Medios, después de tantos años que los músicos vivieron sin una institucionalidad que los respaldara, ¿es así?
D.G.: Sí, otras expresiones artísticas estaban ya consideradas legalmente desde hace mucho tiempo, pero la música parece que era considerada como algo que tenía que ver con el espectáculo, con el divertimento, hasta un adorno. Bueno, estos son tiempos en que la música adquiere un estatus de cultura, como arte, y el arte no puede estar solamente sujeto a la lógica de mercado, tiene que haber un organismo de fomento que pueda hacer visible los anticuerpos musicales que genera una sociedad, que muchas veces no están cerca de lo que son los centros urbanos sino que hay que ir a buscarlos. Por eso el Instituto, que ya nace federal, con una sede en cada región, va a permitir estar mucho más cerca del músico. Hay muchos músicos con un talento increíble que no pueden hacerse visibles porque no están cerca de los centros urbanos para ser escuchados.
-¿Y el canal de la música?
D.G.: Bueno, esa es otra etapa, nunca pudimos tener el canal de la música porque no teníamos Instituto de la Música. Existen canales de música argentina como CM, pero nosotros buscamos un canal estatal que pueda justamente difundir y hacer visibles las cosas que el mercado no elige o no fomenta. Entonces cuando ya tengamos el Instituto funcionando vamos a trabajar para tener también un canal de la música funcionando, como tiene otras artes.
-Las nuevas leyes también le otorgan financiamiento al Instituto de la Música, ¿es así?
D.G.: Sí, el Instituto tiene financiamiento a través de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La Ley de Medios y la Ley de la Música están muy ligadas en lo profundo, porque a través de cada artículo hay un actor social: cooperativas, pueblos originarios, músicos, actores, radios comunitarias, organizaciones que protegen la diversidad o que protegen la discapacidad, son leyes que necesitan del protagonismo de la sociedad para poder ser implementadas en profundidad.
-El compromiso que ustedes muestran está aniquilando del estigma social acerca que el rockero es drogón y descomprometido…
D.G.: Es que durante muchos años se generó un modelo de músico que apuntaba a eso: el músico que no tiene pensamiento profundo, que ante cualquier pregunta profunda respondía con una evasiva –como bien lo reflejaba Capusotto con su Pomelo-, y nosotros creemos que el músico es parte importante de la sociedad como cualquier otro actor y no por elegir un lenguaje artístico para comunicarnos tenemos que descuidar cualquier otra parte del intelecto. Las emociones, nuestra intuición, nuestra inspiración, están al servicio del arte, pero también tenemos cosas para decir, cosas para conquistar y no nos parece que el vaciamiento de contenido de los artistas sea la mejor manera de conquistar esas leyes que necesitamos. Si esto hubiese sido así en la época de Homero Manzi, Discépolo, etc, etc, no tendríamos hoy derecho de autor, no tendríamos derecho de interprete, esa gente no solo tenía un talento increíble para realizar una obra, sino que también tenía una capacidad muy grande para influir en su tiempo. 

R.F.L.

Destacado:
Diego Boris: “Si no fuera por Homero Manzi, Discépolo, etc, etc, no tendríamos hoy derecho de autor, no tendríamos derecho de interprete, esa gente no solo tenía un talento increíble para realizar una obra, sino que también tenía una capacidad muy grande para influir en su tiempo.”